quarta-feira, 21 de agosto de 2013

Abya Ayala, Patria Grande/SEÑALES ANTIMPERIALISTAS EN LA CUMBRE DEL MERCOSUR



8 agosto 2013, ALAI América Latina en Movimiento http://alainet.org

REACCIÓN URGENTE EN UN MOMENTO COMPLEJO

Por: Adrián Fernández

Balance: seis de los 12 países suramericanos llamaron a consulta a sus embajadores en Europa por la retención del presidente de Bolivia, Evo Morales; promovieron una denuncia ante la ONU y la OEA y finalmente lograron que España, Italia, Francia y Portugal pidieran disculpas. La vieja Europa tuvo que hacerlo: fiasco diplomático sin precedentes. Mercosur también condenó el espionaje de Estados Unidos y pidió a Washington explicaciones que nunca llegaron. Ambas respuestas conforman una acción política y diplomática inédita: el bloque actuó de manera uniforme para cuestionar las acciones ejecutadas por el Norte.
 
Dos cumbres presidenciales realizadas en apenas ocho días dejaron suficientes evidencias del momento que atraviesa Suramérica: una histórica presencia política internacional y contradicciones internas. La condena al Departamento de Estado por espionaje es un hecho diplomático inédito para una región históricamente dependiente de los humores del Imperio. También el llamado a consultas de embajadores en los países que negaron el tránsito aéreo al presidente de Bolivia implica una acción diplomática tomada en conjunto por los países del Mercosur.

La Declaración de Montevideo con la que se cerró la cumbre del Mercosur señaló: “la intercepción de las telecomunicaciones y las acciones de espionaje en nuestros países constituyen una violación de los derechos humanos, del derecho a la privacidad y del derecho a la información de nuestros ciudadanos y ciudadanas, y a su vez forman parte de una conducta inaceptable y violatoria de nuestras soberanías que perjudica al normal desempeño de las relaciones entre naciones”.
Los presidentes de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner; Brasil, Dilma Rousseff; Venezuela, Nicolás Maduro; y Uruguay, José Mujica; además de Evo Morales, de Bolivia, país asociado al Mercosur, exigieron además “explicaciones” a Washington sobre el escandaloso espionaje que, al cierre de esta edición, eran consideradas insuficientes por los países del bloque.

La información que sacó a la luz Edward Snowden, técnico en informática y empleado de la multifacética consultora internacional Booz Allen & Hamilton, contratada por la CIA, se sumó a última hora a la agenda de los mandatarios que asistieron a la reunión del Mercosur. Tres días antes, un diario brasileño había revelado que decenas de personalidades políticas y sociales de los países suramericanos habían sido víctimas de la inteligencia estadounidense.

Los detalles que mostró el diario O Globo horas antes de la cumbre de Montevideo impusieron el tema principal de la agenda. El periódico indicó que, según los documentos, en Brasil funcionó al menos hasta 2002 una base de los servicios de inteligencia de Estados Unidos desde la que controló comunicaciones de dirigentes políticos y empresarios. “Nosotros también fuimos alcanzados por el espionaje. Hiere nuestra soberanía y los derechos individuales inalienables de nuestra población. Debemos adoptar medidas para evitar la repetición de situaciones como esta”, dijo Dilma Rousseff. Citando documentos de Snowden, el periódico señaló que además de Brasil fueron espiados ciudadanos de Argentina, México, Colombia, Ecuador, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Paraguay, Venezuela, Chile, Perú y El Salvador.

Todos los gobiernos de América Latina reaccionaron de manera inmediata. Incluso los aliados históricos de Washington. Colombia rechazó con “preocupación” las acciones denunciadas por Snowden y pidió explicaciones. La embajada de Estados Unidos en Bogotá dijo que la contestación llegará por canales diplomáticos. La respuesta fue similar para todos los países. Washington no explicó de manera pública qué hacían la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) y la Agencia Central de Inteligencia (CIA) vigilando a millones de latinoamericanos.

Cielos
Los mandatarios del Mercosur también respaldaron la denuncia presentada por el gobierno boliviano por la retención el 2 de julio en Viena del avión que trasladaba al presidente Morales desde Moscú. Expresaron su “indignación y firme rechazo por la revocación infundada de los permisos de sobrevuelo y aterrizaje previamente concedidos por autoridades de algunos países europeos al avión” y calificaron a esa actitud como “contraria al derecho internacional (que) constituye una grave ofensa no sólo a la alta investidura del Presidente sino a todo el Mercosur, la cual merece una pronta investigación, aclaración y las correspondientes excusas”.

Los mandatarios decidieron también llamar a consulta a sus embajadores en Italia, Francia, Portugal y España; convocar a los representantes diplomáticos de estos países para comunicarles la decisión y presentar una “nota formal de protesta” a cada una de estas naciones a través de la presidencia pro tempore del Mercosur que tomó Venezuela.

El canciller uruguayo, Luis Almagro, señaló que, además del documento final, los gobernantes firmaron una resolución especial en la que consideraron que el hecho ocurrido el 2 de julio con el avión de Morales es un acto “infundado, discriminatorio, y arbitrario” y una “flagrante violación de los preceptos del derecho internacional”. Agregó que para los presidentes “la gravedad de la situación vivida, propia de una práctica neocolonial, constituye un acto insólito, inamistoso y hostil, que viola los derechos humanos y afecta la libertad de tránsito, desplazamiento e inmunidad que goza todo Jefe de Estado”.

El presidente Morales sugirió a los países vecinos “armar una comisión jurídica para hacer una demanda internacional (contra Estados Unidos) por espionaje”. “Al Imperio le cuesta aceptar que nuestros pueblos hayan recuperado su dignidad y soberanía, por eso quiero decirle que sus intentos de amedrentamiento e intimidación son equivocados”, afirmó. Relató un hecho ocurrido cuando su avión se vio obligado a desviarse a Austria: “eran las 19.30 horas de Bolivia cuando yo aterricé en Viena, pero la Cancillería de mi país recibió un correo electrónico a las 19.17 horas con un pedido de extradición” para que Bolivia entregue a Snowden “a los Estados Unidos”.

Unos días después de la reunión de Montevideo, los cuatro países involucrados en esta acción pidieron disculpas al presidente Morales pese a que en un primer momento habían minimizado sus denuncias. El mandatario boliviano aceptó las excusas pero pidió que informen quién dio la “instrucción” de frenar el paso del avión. “Qué bueno sería que los cuatro países europeos nos digan quién y de dónde viene esa instrucción de quitar el permiso de sobrevuelo”.

Presiones
Los jefes de Estado del Mercosur también se hicieron eco de las presiones públicas y ocultas que ejerce Estados Unidos sobre los gobiernos que ofrecieron asilar a Snowden. La Declaración final del Mercosur rechaza, en su punto número 7, “todo intento de presión, hostigamiento o criminalización de un Estado o de terceros sobre la decisión soberana de cualquier nación de conceder asilo” y repudia “las acciones que puedan menoscabar la potestad de los Estados de conceder e implementar de forma plena el Derecho de Asilo”.

También firmaron una “Decisión sobre el reconocimiento universal del Derecho de Asilo Político”, en la que destacan “el compromiso histórico de todos los países latinoamericanos con el Derecho de Asilo”; reiteran que, según los acuerdos internacionales “los Estados no tienen el derecho de impedir a sus ciudadanos de solicitar asilo, ni tampoco de impedir la implementación de tal derecho fundamental por cualquier medio”; y advierten que “es fundamental asegurar que sea garantizado el derecho de los asilados de transitar con seguridad hasta el país que ha concedido el asilo”.

En Montevideo, Ecuador anunció su interés de adherirse como miembro de pleno derecho al Mercosur. El país estuvo representado por el vicepresidente, Jorge Glass, quien ejercía por esos días temporariamente la presidencia ante la ausencia por vacaciones de Rafael Correa. “Ecuador y el mundo exigen una explicación contundente y transparente sobre prácticas ilegales atentatorias contra los derechos humanos, que habrían estado cometiendo países hegemónicos, particularmente los Estados Unidos”, señaló.

El Ejecutivo ecuatoriano fue víctima durante las semanas previas a las cumbres de Unasur y Mercosur de presiones por parte de Washington, hechas públicas por el propio presidente Correa.

El 24 de junio, el canciller ecuatoriano Ricardo Patiño admitió que su gobierno estaba considerando dar asilo político al ex empleado de la CIA, reclamado por Estados Unidos, quien para ese momento ya estaba en Rusia. “Snowden ha remitido al Gobierno ecuatoriano una solicitud de asilo dirigida al presidente Rafael Correa, ante el riesgo de persecución del gobierno de Estados Unidos y sus agentes por hacer públicas graves violaciones por parte del gobierno de Estados Unidos, que está interceptando la mayoría de las comunicaciones en el mundo”, señaló el ministro.

Apenas cuatro días más tarde, en su programa de radio del 29 de junio, Correa reveló que el vicepresidente de Estados Unidos, Joseph Biden, le pidió de manera “cordial” que rechace el pedido de asilo de Edward Snowden. “Vamos a escuchar a todos, pero la decisión la tomaríamos nosotros soberanamente, aunque, por supuesto que tomaríamos en cuenta lo que tenga que decir Estados Unidos”, adelantó.

Por esos mismos días Correa dispuso una sanción a su cónsul en Londres, Fidel Narváez, por haber entregado un salvoconducto de refugiado a Snowden, “sin autorización y obviamente sin conocimiento del gobierno ecuatoriano”. El funcionario “se extralimitó en sus funciones”, dijo el Presidente.

Antes de eso había fracasado una extorsión de Washington, cuando congresistas estadounidenses amenazaron al Ejecutivo con tomar represalias arancelarias si Quito concedía asilo a Snowden. Ese chantaje no dio sus frutos ya que Correa respondió con la renuncia en forma irrevocable al tratado de preferencias que Estados Unidos otorga desde hace décadas a Ecuador. Pese a ganar esa pulseada, el Presidente advirtió: “somos extremadamente vulnerables, no nos hagamos ilusiones en eso. Por eso, yo no quiero perjudicar a mi pueblo, pero tampoco voy a claudicar en los principios ni en la soberanía del país”, remarcó. Una semana más tarde llegó el llamado del vicepresidente estadounidense mientras Barack Obama prometía un “alto costo” para el país que refugie a su conciudadano ahora perseguido.

También Venezuela, Bolivia y Nicaragua ofrecieron asilo a Snowden, aunque para el momento en que el ex empleado de la CIA comenzó sus gestiones, ya estaba avanzada la negociación con el gobierno ruso para permanecer en forma temporaria en el país, bajo la condición de llamarse a silencio y no difundir nuevas pruebas de espionaje.

Voces
El presidente de Perú, Ollanta Humala, fue otro de los mandatarios ausentes en ambos encuentros presidenciales (además de Sebastián Piñera, de Chile, y Juan Manuel Santos, de Colombia). Llamó la atención su inasistencia en la reunión de Unasur convocada de urgencia para tratar la agresión a Evo Morales, por tratarse del presidente temporario de la unión suramericana. El 9 de julio señaló: “nosotros como Unasur hemos sacado un comunicado marcando una posición de protesta contra esa actitud de algunos países europeos que decidieron negarle el paso al presidente de Bolivia (…) Por las versiones que hemos recogido, ha sido un abuso de parte de algunos gobiernos contra un presidente y exponiéndolo también al peligro”. Sus declaraciones, con términos como “posición de protesta”, “versiones recogidas” o “abuso” estuvieron por debajo de lo resuelto dos días antes por Unasur y cinco días después por Mercosur.

En Montevideo, Mujica reivindicó la pertenencia de su país al Mercosur, aunque admitió que su objetivo es también formar parte de la Alianza del Pacífico. “Hemos logrado este enorme capital político de unidad llamado Mercosur (…) desgraciadamente no hay lugar para los débiles en el escenario global. La ambición es incluir a toda la América que piensa en castellano, en portugués y en la lengua de nuestros hermanos indígenas”, señaló.

Unos días antes justificó su acercamiento a la Alianza del Pacífico al señalar que va a “dar batalla en cada uno de los lugares donde se discuta la integración de América Latina”. En una publicación barrial de Argentina explicó que “Estados Unidos quiere hacer una alianza con el Pacífico, para tratar de llegar a China; ése es su juego. Si nosotros nos alejamos, menos influencia vamos a tener y estaríamos favoreciendo el trabajo de ellos. Así que tenemos que estar, por lo menos para estorbarlos, porque sino lo único que hago es gritar, pero no opero”.

La presidente argentina alertó indirectamente a los gobiernos que “piden otras políticas integradoras”, en alusión a la Alianza del Pacífico, al señalar que se trata de “cantos de sirena” que “buscan volver a separar y dividir” a la región. Frente a este intento, defendió los logros económicos del bloque al recordar que durante la década de 1990 la renta per cápita de la región era menos de la mitad de la renta media mundial, mientras que ahora es superior por casi mil dólares.

“Cuando terminaba el año 1980, el ingreso per cápita de nuestra región era de 2.928 dólares” mientras que la media mundial “trepaba mil dólares más”, señaló. En 2012 “superamos con una tasa de ingreso de 11.812 dólares por individuo el ingreso medio per cápita mundial de 10.980 dólares. Y estoy hablando de números y de dólares, no de ideología, como siempre nos machacan”, dijo.

Estimó que “con el ingreso de Venezuela cerramos la ecuación energética. Alimentos, energía y tecnología son las tres claves de desarrollo del mundo que viene ”.
La presidente de Brasil, Dilma Rousseff, pidió acelerar los tiempos para que el Mercosur logre un acuerdo comercial con la Unión Europea (UE): “Debemos lograr un cronograma más acelerado para sumar a otros países de la zona y lograr un acuerdo con la Unión Europea y otro con los países de África que son estratégicos para el bloque”.

Rousseff también cuestionó a los críticos del bloque. Dijo que la integración “se está transformando con un proyecto de inclusión social cada vez más amplio” y destacó que el comercio intra Mercosur “creció doce veces” en 20 años. Cuando se creó el Mercosur en 1991, dijo, “el comercio entre los países miembros era de 4,5 mil millones de dólares”, mientras que en 2012 fue de “58 mil millones”.

El presidente de Bolivia, Evo Morales, recordó que su país se encuentra en proceso de adhesión al Mercosur y pidió al bloque luchar por conseguir “liberación económica” a través de la “liberalización tecnológica”. Se preguntó “por qué hay que comprar tecnología del Norte si acá la tenemos”, en referencia al “liderazgo de Brasil y Argentina en tecnología”. Y pidió que el Mercosur impulse “el comercio con solidaridad y complementariedad”.

Puso como ejemplo de esa solidaridad el apoyo de los países de la región cuando su gobierno denunció “chantaje” de Estados Unidos para que Bolivia acceda a fondos de los Objetivos del Milenio. “No accedimos a las privatizaciones y nos quitaron las preferencias arancelarias. Y allí estaban Venezuela, Brasil, Argentina (para ayudarnos). Y ahora estamos mejor sin esas preferencias. Nos liberamos de los chantajes”.

En este contexto asumió la presidencia pro tempore la República Bolivariana de Venezuela. “Me comprometo a seguir transitando en la senda de fortalecer el Mercosur” y expandir el “camino de la integración política, económica, comercial, diplomática y social”, para “avanzar en el objetivo de la Patria Grande”, dijo Maduro al recibir de Mujica el mando para los próximos seis meses (ver recuadro).

Nacido como bloque comercial, el Mercosur intenta parecerse a Unasur en sus acciones políticas conjuntas. Las dos decisiones más importantes de Montevideo van en ese mismo sentido: acción política firme para trazarle un límite a Estados Unidos y sus aliados. Hacia dentro, contradicciones; y en algunos casos parálisis que son evidentes, por encima de las críticas capciosas del liberalismo económico. La presidencia temporaria de Venezuela agregará fuerza motriz al proceso, con el riesgo de que ese esfuerzo deje al descubierto complejidades mayores.
 

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