quinta-feira, 17 de julho de 2008

ONU – Alta Comisionada de DDHH: “LA PLENITUD DE LOS DERECHOS HUMANOS”


* Louise Arbour


14 July, 2008/Mapuexpress http://www.mapuexpress.net

Copyright: Project Syndicate, 2008.

www.project-syndicate.org


Traducción de Kena Nequiz


El 18 de junio el Consejo de Derechos Humanos, organismo intergubernamental de las Naciones Unidas, dio un paso importante hacia la eliminación de la división artificial entre la libertad para vivir sin temor y la libertad para vivir sin miseria que ha caracterizado al sistema de derechos humanos desde sus orígenes.

"Al dar luz verde al Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de 1966, el Consejo ha establecido un mecanismo importante para poner de manifiesto los abusos que tradicionalmente han estado relacionados con la pobreza, la discriminación y el abandono, y cuyas víctimas han sufrido a menudo en silencio y con impotencia".

Fuente:

http://www.project-syndicate.org/print_commentary/arbour1/Spanish

Ahora dependerá de la Asamblea General de la ONU dar la aprobación final al Protocolo. Si se adopta, este instrumento podría marcar una diferencia real en las vidas de aquéllos que frecuentemente quedan abandonados al margen de la sociedad, privados de sus derechos económicos, sociales y culturales, como el acceso a niveles adecuados de nutrición, atención a la salud, vivienda y educación.

Hace sesenta años, la Declaración Universal de Derechos Humanos reconoció que la libertad para vivir sin temor y la libertad para vivir sin miseria son prerrequisitos indispensables para una vida digna. La Declaración vinculó inequívocamente la miseria y la exclusión con la discriminación y el acceso desigual a los recursos y las oportunidades. Quienes la redactaron comprendieron que la estigmatización social y cultural impide una participación plena en la vida pública y obstaculiza la capacidad de influir en las políticas y de obtener justicia.

Sin embargo, la lógica de bloques geopolíticos que competían en materia de ideas, poder e influencia después de la Segunda Guerra Mundial socavó este enfoque unificado. La bipolaridad de la Guerra Fría también afectó a los derechos humanos. Los países con economías planificadas argumentaban que la necesidad de sobrevivir era más importante que las aspiraciones de libertad, de manera que el acceso a las necesidades básicas incluidas en la canasta de derechos económicos, sociales y culturales debía ser prioritario en las políticas y en la práctica.

En contraste, los gobiernos occidentales desconfiaban de esta perspectiva que, temían, obstaculizaría las prácticas de libre mercado, impondría obligaciones financieras demasiado onerosas, o las dos cosas. Así, eligieron dar prioridad a los derechos civiles y políticos, a los que consideraban como una de las características distintivas de la democracia.

En este contexto, era imposible acordar un instrumento único y amplio en materia de derechos humanos que diera un efecto holístico a los principios de la Declaración. No es de extrañar que pasaran casi dos décadas antes de que los Estados miembros de la ONU adoptaran simultáneamente dos tratados distintos – el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales – que abarcaban las dos canastas diferentes de derechos. Sin embargo, sólo el primer tratado tenía un mecanismo de seguimiento para vigilar su aplicación.

En la práctica, esta discrepancia creó una categoría de derechos “alfa” –los civiles y políticos—que eran prioritarios en las agendas de política interna e internacional de los países ricos e influyentes. En contraste, los derechos económicos, sociales y culturales a menudo quedaron al final de las listas de “pendientes” nacionales e internacionales.

Para abordar este desequilibrio entre las dos canastas de derechos, el nuevo Protocolo establece un vehículo en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales para denunciar los abusos, llamado “mecanismo de reclamación ,” que es similar a los que se han creado en otros tratados de derechos humanos. Este procedimiento puede parecer oscuro pero, al presentar una queja bajo las disposiciones del Protocolo, las víctimas podrán ahora sacar a la luz los abusos que sus gobiernos cometen, no impiden, ignoran o no reparan. En resumen, el Protocolo ofrece a los individuos, que de otra manera podrían estar aislados e impotentes, una forma de hacer que la comunidad internacional tome conciencia de sus problemas.

Después de su adopción en la Asamblea General, el Protocolo entrará en vigor cuando una masa crítica de Estados miembros de la ONU lo ratifiquen. Esto deberá contribuir al desarrollo de programas adecuados basados en los derechos humanos y de políticas que mejoren las libertades y el bienestar de los individuos y sus comunidades.

No todos los países aceptarán el protocolo. Algunos preferirán evitar el fortalecimiento de los derechos económicos, sociales y culturales y tratarán de mantener el status quo. No obstante, la posición mejor y más justa es aceptar la perspectiva de la Declaración Universal de Derechos Humanos y promover sin ambigüedades la idea de que la dignidad humana requiere que se respeten las libertades para vivir sin temor y para vivir sin miseria, igualmente vitales y recíprocamente dependientes.


* Louise Arbour es Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.


http://www.mapuexpress.net/?act=news&id=2996

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